Dos.
Ley de vida, dos.
Un arquitecto crea estructuras sólidas de la nada. Observando bien su trabajo, te das cuenta de que una pared se apoya en otra, dos. Para diseñar una habitación luminosa necesitan dos paredes que estén perfectamente colocadas para permitir y controlar el paso de los rayos.
Un músico compone sinfonías... Busca que su obra sea perfecta y que las notas se compenetren como tal. Necesita de ese momento donde hilarlo todo, donde demostrar con dos notas que la música en efecto, puede ser impecable, que suenen en el momento exacto con la escala y el pulso apropiado.
Un arquitecto no arquitectea, y un músico no musiquea... Un escritor sin embargo, escribe... Lo primero que se le pide es tiempo y lugar, y sobre todo orden y coherencia. Vive de las letras y su significado, no es igual un palabra que dos. Ni es lo mismo "para" sin "siempre" ni es lo mismo "te" sin "quiero".
He de reconocer que cualquier edificio se derrumba, que cualquier sinfonía se olvida y que cualquier libro se quema...
Y lo sé por que nos pasó, a pesar de que... Tú y yo, dos, diseñábamos un edificio más increible que los de Frank O. Gehry, componíamos canciones más ídilicas que las de Mozart y escribíamos obras con más sentimiento que Shakespeare.